La Misa contó con la presencia de un grupo
representativo de jóvenes de las parroquias de la Arquidiócesis que
participaron de las protestas de forma pacífica: “Queremos agradecer a
los jóvenes por la fuerza de su conciencia, la valentía de su espíritu, la
seriedad de su paz, la capacidad de decir las cosas con alegría y
esperanza”, expresó Monseñor Castillo.
Los jóvenes serán los herederos de esta Nación y
del mundo próximo, y se necesita que les dejemos una herencia de virtud, de
amor verdadero, de seriedad, pero, sobre todo, que podamos erradicar la
corrupción y la locura.
En el día de la IV Jornada Mundial de los Pobres,
el Arzobispo recordó a todos los jóvenes que hicieron escuchar su voz en las
calles: “La mayor parte de nuestros jóvenes que acudieron a marchar son
hijos de familias pobres y sencillas que quieren que las cosas se enfrenten en
la raíz del problema, no en la superficie”, acotó.
En otro momento, refiriéndose a los dos estudiantes universitarios que murieron durante las protestas: Jack Brayan y Jordan Inti, Monseñor Castillo recordó las palabras del Papa Francisco a los jóvenes peruanos durante su visita a nuestro país: “¡No se dejen robar la esperanza!” Y la esperanza está puesta en nuestros jóvenes. Por eso, tiene que haber una investigación seria sobre los asesinatos cometidos y se tiene que asumir la responsabilidad de estas decisiones”, apuntó.
““Les digo a esas personas que han disparado, las mismas palabras que Monseñor Óscar Romero dijo antes de morir: ‘Ante una orden de matar, debe primar la ley de Dios sobre la ley de los hombres. Y la ley de Dios dice: no matarás’. Ya es hora que en nuestro país se respete y se luche por la vida de todos”, reflexionó el Arzobispo.
La paz se construye con esfuerzo y
diálogo, renunciando a los propios intereses. Es un camino difícil, pero no
imposible.
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