Manifestación del Arzobispo de Lima - Por Raquel Agurto 2° "A"

 





El arzobispo de Lima, ofició una misa por los dos jóvenes asesinados durante la manifestación del sábado 14 de noviembre, al mismo tiempo, oró por todos los jóvenes, estudiantes, rescatistas, voluntarios, periodistas y personas que permanecen en los hospitales producto de la violencia que sufrieron en las marchas.

La Misa contó con la presencia de un grupo representativo de jóvenes de las parroquias de la Arquidiócesis que participaron de las protestas de forma pacífica: “Queremos agradecer a los jóvenes por la fuerza de su conciencia, la valentía de su espíritu, la seriedad de su paz, la capacidad de decir las cosas con alegría y esperanza”, expresó Monseñor Castillo.

Los jóvenes serán los herederos de esta Nación y del mundo próximo, y se necesita que les dejemos una herencia de virtud, de amor verdadero, de seriedad, pero, sobre todo, que podamos erradicar la corrupción y la locura.  

En el día de la IV Jornada Mundial de los Pobres, el Arzobispo recordó a todos los jóvenes que hicieron escuchar su voz en las calles: “La mayor parte de nuestros jóvenes que acudieron a marchar son hijos de familias pobres y sencillas que quieren que las cosas se enfrenten en la raíz del problema, no en la superficie”, acotó.

 

En otro momento, refiriéndose a los dos estudiantes universitarios que murieron durante las protestas: Jack Brayan y Jordan Inti, Monseñor Castillo recordó las palabras del Papa Francisco a los jóvenes peruanos durante su visita a nuestro país: “¡No se dejen robar la esperanza!”  Y la esperanza está puesta en nuestros jóvenes. Por eso, tiene que haber una investigación seria sobre los asesinatos cometidos y se tiene que asumir la responsabilidad de estas decisiones”, apuntó.

““Les digo a esas personas que han disparado, las mismas palabras que Monseñor Óscar Romero dijo antes de morir: ‘Ante una orden de matar, debe primar la ley de Dios sobre la ley de los hombres. Y la ley de Dios dice: no matarás’. Ya es hora que en nuestro país se respete y se luche por la vida de todos”, reflexionó el Arzobispo.

La paz se construye con esfuerzo y diálogo, renunciando a los propios intereses. Es un camino difícil, pero no imposible.

 

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